No soy la princesa que escapó de la torre, soy la sumisa del
Rey!
No me alimento de hidromiel si no del néctar de mi Señor o su
"líquido sagrado" como mi Señor tiene a bien llamarlo.
No vivo en la
torre del castillo sino en las mazmorras.
No me persiguen dragones ni monstruos,
me persiguen cadenas y amarres, soy la sumisa de un Rey experto en las artes
oscuras de la tortura quien compró mi voluntad con su dominio, soy presa por
decisión propia.
Soy la puta sumisa que El Rey usa de noche y de madrugada sin
permiso previo ni avisos.
No llevo coronas ni tiaras sobre mi cabeza pero si un
collar de esclava en mi cuello como el signo de la posesión de mi dueño, soy su
juguete, la pervertida muñeca que se estremece ante su presencia, llevo los
pezones hinchados y dolorosos, atravesados por una barra de frio acero, las
esferas metálicas a cada lado muerden mi piel; mi Señor lamió mis pezones con
delectación como quien lacta oleadas de placer, succionó de ellos lujuria hasta
la última gota; a cada momento me estremezco recordándolo, es entonces cuando
recorro mi piel suavemente y me sorprendo al darme cuenta que encuentro zonas
de dolor pero a la vez de placer, es difícil diferenciarlas.
Mi corazón late tan
fuerte recordando el calor de su piel y su dureza dentro de mí.
Estoy atada en la
oscura mazmorra y sólo pienso en mi dueño, en el Rey de este castillo de
perversión.
didi{JD}
fotografía de Joseph W. Carey
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